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Manifiesto de Florencio Villar

Author: Florencio Villar

Date published: 20 October 1841
Document text:

Manifiesto de Florencio Villar, 20 de octubre de 1841

Ciudadanos:

Cuando me atrevía excitar el patriotismo de todos los circunstantes, queriendo escuchar los votos o sentimientos de que están poseídos los pueblos de cuya tranquilidad soy responsable, fue a consecuencia de la crisis en que estaba la nación.

Los sucesos pasaron rápidamente de un extremo a otro, y siendo inútil demostrar menudamente las escenas que han ocurrido pues se hallan en los impresos que he podido acopiar y presento al examen y lectura de todos, réstame solo anunciar: que estando restablecida la paz de la República, y en ejercicio del supremo poder ejecutivo el E.S. general benemérito de la patria don Antonio López de Santa Anna, no se haga extraño que permanezca hasta hoy frío espectador de cuanto ha acontecido porque ni el supremo gobierno pasado me libró la menor orden para moverme, ni fui invitado de parte de las tropas pronunciadas más que por el señor general don Juan Álvarez, a quien el señor coronel don Joaquín Rea, en carta de 19 de próximo pasado le prometió solemnemente por mí, que muy pronto a obsequiar sus deseos podía desde luego encaminarse directamente a mí como jefe de la demarcación bajo el concepto de que si aceptaba dar un día de gloria al sur, se reunirían estas fuerzas y las suyas sobre San Marcos para solemnizar tan fausto acontecimiento. En efecto, me escribió su señoría el 21 una simple carta confidencial; sin recordar para nada la oferta, del señor Rea, que debía ser el punto cardinal del asunto, y como ya este jefe me había impuesto de todo, extrañamos ambos una falta tan notable y a la verdad la atribuimos a la poca confianza que se hacía de nosotros porque si el señor general Álvarez al pronunciarse el 1° de septiembre se propuso difundir los principios de salud pública en que tanto abundaba el manifiesto de la misma fecha, disminuyendo a la vez las fuerzas de la pasada administración del señor general Bustamante, es cosa bien rara, que así como asaltó la insignificante fortaleza de Acapulco, de un cabo y cuatro hombres, no hubiera admitido los votos de dos mil y más que se le prometieron de aquí.

De esto, y de la intempestiva marcha que hizo sobre Chilpancingo, donde terminó esa gran jornada, ha procedido mi resolución de solo mantener la quietud de estos pueblos sin mortificar a nadie: he cumplido religiosamente con este deber, a pesar del genio y tiranía con que gratuitamente se me favorece, y la conciencia no me acusa de haber faltado en nada a la nación que sirvo sin mancha alguna.

Mas del día en que hice a todos la invitación para la actual concurrencia al en que tengo la honra de presentarme en ella han ocurrido nuevos motivos de ocupar la atención publica cuya gravedad me obliga manifestar:

Que según las proclamas, manifiesto, y comunicaciones del E.S. general benemérito de la patria, don Nicolás Bravo, que es hijo del momento, se trata separar la parte meridional de México, formando de las prefecturas de Acapulco, Chilapa, Tlapa, Tasco, y subprefectura de Huétamo, un nuevo departamento del sur, y como al efecto se convoca una reunión de notables conforme al articulo 3° del manifiesto, queriendo que Costa Chica tenga en ella la debida representación, merecería la nota de inconsecuente y arbitrario, si prevalido de la fuerza armada traspase los límites de las prerrogativas que son anexas a los pueblos para fijar la suerte que más convenga al bien de su comunidad.

En tal concepto cumplo con la sana intención que me anima suplicando se sirvan emitir la opinión que exijan sus propios intereses, protestando al afán de todos, que aunque como jefe militar solo me toca respetar y obedecer las supremas disposiciones, que emanen del primer magistrado de la república, como hombre libre y como ciudadano, acataré siempre la voluntad del país en que resido, fundado muy particularmente que estando la nación en estado de constituirse de nuevo, no es un crimen proponer por los medios legales la felicidad de cada pueblo, siempre que fuera con sujeción.

Al poder supremo; y sin separarse de la unidad que reclama la patria.

Pero, ¡mis amigos!, suplico a esta honorable concurrencia se fije la más particular atención sobre la ilegalidad de los últimos acontecimientos del sur, pues, estando al frente de la nación, y encargado de su administración el E.S. general Santa Anna, ¿con qué carácter, con qué facultades o poderes se procede a la vista y paciencia de S.E. anima organización, tan extemporánea como extraña?

Conforme las bases que el ejercito estableció en Tacubaya el 28 del próximo pasado para regenerar la República esta consignada esta grande obra al congreso general que designa la 4a facultad de las mismas, y sería bien chocante que clandestinamente nos ocupásemos de una parte del plantel que está cometido a la soberanía nacional para constituirse de nuevo, según la voluntad de los mexicanos.

Este nuevo y original proyecto, sino encierra algún misterio, que desconocemos, puede producir no muy tarde los disgustos que no deben obscurecerse a la alta penetración del expresado el señor general Santa Anna.

Deseo, sin embargo, hacer justicia a la pureza de intenciones que anima al E.S. general benemérito de la patria don Nicolás Bravo, cuya inmaculada conducta ha ofrecido constantemente a la patria los mejores rasgos de patriotismo e intereses procomunal, y si la separación de esta parte del sur fuera sin la intervención directa del general don Juan Álvarez o que estuviera ceñida a excitar al efecto los supremos poderes de la nación yo sería el primero, señores en contribuir a ella porque a pesar de la falta de recurso y demás elementos para llevar al cabo semejante idea, creo muy poderosos los fundamentos alegados en favor del proyecto; y el sur, en mi pobre concepto, merece elevarse al rango de departamento, siendo por las vías legales y no de hecho.

Costa Chica ha conservado en esta ocasión la aptitud más pacífica y juiciosa, Costa Chica no reporta sobre sí los compromisos en que se ha visto el general Álvarez, y sería la mayor inconsideración, que Costa Chica en tales circunstancias quebrantase el ayuno, como se dice vulgarmente a los tres cuartos para los doce, o más claro, que rompiese los vínculos de respeto que ha prometido a la nación de que depende.

Estos son los votos, y la fe política que profeso, jurando ante las aras de la concordia, que estoy muy dispuesto a posponer mi buen particular, por el general de mis conciudadanos.

Juchitán, 20 de octubre de 1841.

Florencio Villar

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Pronunciamiento de la estancia de Juchitán