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Proclama de Matías Castellanos

21 May 1851

Region: Chiapas
Place: Comitán

Pronunciamiento text

Proclama de Matías Castellanos, 21 de mayo de 1851

Pueblos de Chiapas

Los males que han pesado sobre nosotros desde 1849 tocan a su término, y una gran crisis se espera. El descrédito de una administración que sin el menor pudor ha pisoteado las leyes divinas y humanas, la lleva a su próximo fin: ella va a hundirse en el abismo de sus propios crímenes, dejando en pos de sí huellas de sangre y de dolor; pero al propio tiempo os lega las convicciones más intimas, y la experiencia más preciosa de que es necesario os aprovechéis.

En tres años que hace que gemís bajo la férula de Maldonado, Larrainzar y compañía, habéis visto aniquilar la hacienda pública, convirtiéndola aquellos mandarines en patrimonio suyo; habéis visto avasallar a todos los pueblos del Estado y convertirse su administración en una verdadera dictadura militar, sin que hayan podido evitarlo los esfuerzos aislados de algunos representantes vuestros, que fieles a su santa misión, intentaran poner una valla en el cuerpo legislativo a los abusos del poder público; habéis visto comprometer a nuestro Estado en sus relaciones con los otros de la federación, y de que manera aquellos hombres le han granjeado hostilidad y guerra con sus vecinos, tan solo porque convenía así a los intereses de ellos: habéis visto el manejo maquiavélico con que por medio de las arterias más viles, han procurado nuestros tiranos sembrar la división entre nosotros, promoviendo primero una funesta discordia entre las poblaciones de Tuxtla y Chiapa, que por desgracia encontró pábulo en la sencillez de aquellas ciudades; y posteriormente excitando contra al departamento de Comitán, la envidia y el aborrecimiento que es consecuencia de ella, para de esta suerte, halagando hoy a unos deprimiendo mañana otros y excitando siempre una ruin emulación y el detestable espíritu de localismo, reinar sobre nuestra desunión, y a expensas de la felicidad de los pueblos: por último, habéis visto que se han sofocado hasta los lamentos naturales a todos los seres que padecen, se ha destruido la libertad de la prensa, único recurso de que puede disponer un pueblo oprimido.

Pero, conciudadanos, si los déspotas se entienden entre sí, los pueblos no se comprenden menos, y en medio del terror y el silencio sepulcral en que Larrainzar y Maldonado abismaron a las Chiapas, los chiapanecos se entienden. De un extremo al otro del Estado, aun careciendo de los beneficios de la prensa libre, ¿Quién hay de vosotros que no esté al cabo de la rapiña, de los asesinatos, y de todos los crímenes y descaradas intrigas de esa administración corrompida? ¿quién hay de vosotros que no haya sentido vivamente las atrocidades de que han sido víctimas vuestros hermanos? El comiteco y el hijo de la capital no han sentido menos que el de Tuxtla y el de Chiapa las hondas heridas, sangrientas aun, que han desgarrado al infeliz cuanto digno de mejor suerte departamento de Pichucalco, que tanto tiempo gimió entre las garras y la brutalidad de D. Eulalio Maldonado, de aquella pantera sangrienta de la ribera del Limón. Mas el propio tiempo tenéis también el ejemplo de lo que puede un pueblo cuando quiere sacudirse del tirano que le oprime: D. Eulalio espiró a manos de los oprimidos, que tanto tiempo le habían soportado; y a la misma manera el Estado todo puede sacudir el yugo que le oprime. El estandarte de una justa insurrección se ha enarbolado ya contra nuestros tiranos: ellos son débiles y cobardes como todos los de su especie: ¿Dónde sacarán fuerza para sofocar la de los pueblos levantados en masa en contra de ellos? La opinión pública los mira como objetos de abominación: los sicarios nauseabundos de que están rodeados, gente cobarde, a la par que inepta y infame, no serán capaces de sostenerlos, antes al contrario, ellos serán los primeros que les traicionen, indudablemente esperando quedar siempre entronizados en los puestos que ocupan. ¿Qué os detiene, pues, pueblos todos del Estado, y muy particularmente vosotros ciudadanos de Chiapa, cuya credulidad ha mantenido fascinada el insigne Maldonado; que os detiene ya? En vuestras manos esta vuestra suerte: unámonos en derredor de la bandera de nuestra libertad, y juremos reorganizar el Estado, o dejar nuestros cadáveres delante de ella.

Venid pues a nosotros, pueblos de la Chiapas mientras de Pichucalco, el primero de vosotros que se ha levantado contra el despotismo, sostiene allá la lucha, el departamento de Comitán le secunda y llama hoy a las armas a todos sus hijos; ellos por aclamación nos han dado el glorioso encargo de llevarlos a la victoria, y marchamos a su cabeza sobre la capital. Esta muy breve desembarazada de la opresión en que gime, se verá libre de sus inmundos sicarios, y unirá sus fuerzas a las nuestras: enviarán también las suyas los otros pueblos con quienes obramos en combinación, y el Estado en masa, arrojando de sí como si fuese una paja el odioso, peso que le oprime, dará una terrible lección a sus insignificantes tiranuelos.

A las armas, conciudadanos: nuestra causa es la del pueblo, es la del hombre de bien, la del propietario, contra la rapacidad de los buitres que os devoran abusando de la sagrada investidura del poder con que le habéis condecorado: nuestra divisa es el orden, la justicia, la ley, y esta bandera reúne debajo de sí a todos los hombres honrados, sean del partido y de las opiniones que quieran; porque el hombre de bien no reconoce otro partido. Venid a nosotros, conciudadanos, y salvamos al Estado, y demos por el la ultima gota de nuestra sangre.

Comitán, mayo 21 de 1851. Matías Castellanos.—Gregorio Culebro.

Son copias sacadas de sus originales, e impresas a expensas de un chiapaneco.

Participants (2):

Signatory role:
Gregorio Culebro
Leader, author and signatory role:
Matías Castellanos

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