Art and Architecture (SP3055)

Extracts from Padre Sigüenza

The text below is an extract from José de Sigüenza's history of the building of the Escorial. He details the statues of the six Old Testament Kings, and elaborates their significance. Here, among other things, you find him expressing the idea of the Temple as a dwelling place for God/Christ.

Tiene cada una de estas figuras con el zócalo donde planta más de diecisiete pies de alto; fue necesario, para traer estas piedras, hacer carros fortísimos y que los tirasen de una en una cuarenta pares de bueyes; ponía admiración ver menear tan grandes peñas. Las cabezas, manos y puntas de los pies son de mármol blanco, que como es lo que se descubre de la ropa, parece podrían desnudarlas, y que quedarían todas de aquella misma blancura. Estas seis figuras son seis Reyes del Viejo Testamento, de la tribu de Judá y familia de David; los más píos de aquella genealogia, y que tuvieron alguna parte en aquel temple famoso que quiso Dios se le hiciese en aquel pueblo, donde moraba con los hombres el que no cube en el Cielo ni en tierra. David y Salomón, su hijo, como los principales en el Reino y en la fábrica, están en media. Tiene David la mano derecha, por ser padre, principio también del Reino, en santidad sin segundo entre Los Reyes, el primero que trató de edificar a Dios templo, el que mereció recibir las trazas de mano del mismo Señor, y el que dejó para su fábrica la mayor suma de oro y plate que jamás se ha leído haya alcanzado otro Rey, sin otros materiales para el mismo propósito, como lo mostraremos en su propio luger. La figura es excelente y de lindo ornato y movimiento, muestra que está hablando con su hijo Salomón, que le escucha con modestia, y porque cuando edificó el temple aún era mancebo, lo parece así en la figura; rostro hermoso sin barba, hábito de pacífico y muy galano; simbolo admirable del Rey eterno, Señor nuestro Jesucristo, hermoso sobre todos los hijos de los hombres, arquitecto de aquel temple y ciudad santa de Jerusalén, que descendio del cielo, y piedra angular del templo, fundamento y clave, principio y fin de todo lo criado, de que también era admirable figura aquella fábrica de Salomón. Los dos que están inmediatos a éstos son el santo Rey Ezequias, de la parte de David, y de la de Salomón, Josias, que por su insigne piedad y porque con tanto cuidado restauraron las altares de Baal, en Judea y en Jerusalén, merecen se antepongan a muchos de sus majores; y aqui entre estos Reyes se antepone Ezequias a Josafat, y Josfas a su abuelo Manasés, que tienen Los dos extremes lflgares, y escogiéronse entre los demás, porque el uno y el otro favorecieron mucho la casa del Señor y restauraron lo que en ella y en la ciudad de Jerusalén habia caido de su primera hermosura. Y aunque Manasés fue uno de los mas malos e impios Reyes de Judá, despues que hizo penitencia en la prisión y cautiverio, reconociendo sus enormes pecados, el Señor clementisimo se apiadó de él y le restituyó en su Reino, y él, reconocido y humillado, hizo muy santas obras.

Son estas estatuas y figuras obra de Juan Bautista Monegro, el mismo que hizo el San Lorenzo grande de la misma piedra que está en el pórtico de fuera, excelente artifice de quien hiciera más case la antigüedad, y aun España, si fuera italiano o venido de Grecia; están tan bien acabadas, que se pueden comparer con lo bueno de la antigüedad, y no se sabe ahora de ningunas tan grandes, ni aun nos han quedado reliquias de cosa semejante de aquellos tiempos que tanto veneramos y con razón.Tienen en las cabezas unas ricas coronas de metal doradas a fuego, que hay en dia están con el mismo lustre resplandor que el que las pusieron. Pesan algunas más de tres arrobas, y otras más de cuatro, porque son de diversos maestros; desde abajo y para donde asientan tienen buena proporción. En las manos derechas tienen todas las figuras cetros reales del mismo metal y dorados; pesan los seis doce arrobas, y quien los mira de abajo no los juzga par grandes. David descubre par el manto la empuñadura de un descomunal alfanje, como hombre de pelea y guerrero, por lo que no quiso Dios que le edificase temple; creo yo que tuviera bien que hacer Goliat, el gigante, en esgrimir esta empuñadura sola, pues pesa cinco arrobas menos una libra. Y el harpa, que también es del mismo metal dorado, catorce y quince libras. Salomón tiene en la mano izquierda un libro, como hombre sabio y que escribió mucho y alcanzó más que todos los filósofos. Ezequias tiene una naveta de oro, un cabrón junta a si, para significar la restauración del altar y de los sacrificios, y aquel Phase grande que se celebró en su tiempo, olvidada ya aquella fiesta y el misterio de ella por la idolatría de los Reyes de Jerusalen. Josías tiene el cetro en la mano izquierda y el volumen en la derecha (también es este de metal, y pesa, aunque parece pequeño, más de dos arrobas) para significar que los Reyes santos más han de usar de la ley de Dios que del cetro y del imperio, y junto con esto demuestra el gran respeto y reverencia que tuvo este pío Rey a la palabra divina, pues cuando se le leyó el volumen del Denteronomio, que es como suma y repetición de la ley, que se halló en su tiempo, estándose reparando el templo, rompió su ropa en señal del gran dolor y sentimiento que tenía, viendo cuán mal se guardaba lo que Dios tenía mandado: hizo que los Sacerdotes fuesen al templo a hacer sacrificios y oraciones por él y por el pueblo, y hizo también grandes reparos en la casa del Señor, y destruyó todos los altares y bosques y templos de Baal, como estaba profetizado que lo había de hacer. Josafat tiene en la mano izquierda una segur, o hacha de cortar leña, también de bronce dorado, que pesa dos arrobas, para mostrar el instrumento con que mandó destruir aquellas arboledas y bosques de los dioses en que adoraba aquel pueblo ciego cuando perdió la verdadera lumbre y doctrina que tenía recibida del Cielo y cómo reparó y tornó a poner en uso los sacrificios del templo; tornó a él los Levitas y Sacerdotes, y procuró se platicase y enseñase la ley del Señor, y para significar esto tiene también unos panes y un cabrón junto a sí. Manasés, que es el último de la mano izquierda, está con un compás y regla en la mano, del mismo metal, a sus pies una gruesa cadena, y la ropa y despojo de cautivo, significando los eslabones de sus hierros, por donde le trajo Dios a aquel estado, en que le abrió con la aflicción los ojos, y vuelto por merced divina a Jerusalén y a su Reino, procuró con todas sus fuerzas reparar los muros de la ciudad santa, y quitó del templo los ídolos y simulacros vanos que él tan impíamente había puesto; restauró el altar de los sacrificios, y ofreció en él muchas víctimas, conforme al precepto divino; aunque la que más agradó al Señor, y de lo que aquéllas eran figura, fue la contrición y vivo sentimiento de su corazón.

El doctísimo Arias Montano fue el inventor y por cuyo consejo se pusieron las estatuas de estos seis Reyes; otros daban en otros motivos; ninguno pareció más a propósito ni de mayor majestad.