El árbol de la ciencia de Pío Baroja

Mardrid in El árbol de la ciencia

The reader of El árbol de la cienciais aware of how locations, particularly the city locations in Madrid, are precisely identified. Indeed, Baroja seems to assume that we share an immediate knowledge of the city and thereby we authenticate the narrative by acknowledging and recognising streets, squares, institutions and other features which make up the fabric of the city. This precision in naming places has been noted particularly by Carmen del Moral Ruiz, in La sociedad madrileña fin de siglo y Baroja, Ediciones Turner, 1974. She sees this as characteristic of the high degree of fidelity in Baroja's novels to la realidad cotidiana. Going further than noting places and names, she compares Baroja's novelistic reality (in works, like El árbol de la ciencia, dealing with Madrid at the turn of the century, in which aparece el Madrid del 1900 como fondo, como comentario o como escenario de una serie de personajes ficticios.) with what can be verified from press, memoirs, Municipal reports on Vivienda Popular -- (Working-Class Housing) --, Sanidad, etc. The comparisons and their outcome form the substance of her study.

Her view of Baroja is that in those fictions he undertook reportaje histórico-social. Baroja himself acknowledges the documentary nature of his writing; he lays emphasis on accuracy and values which have essentially to do with closely observed experience:

Suponiendo que en mi obra literaria hay algo de valor...voy a decir, con un mínimo de modestia, cuál puede ser, a mi modo, el valor o mérito de mis libros.

Este valor creo que no es precisamente literario ni filosófico; es más bien psicológico y documental

La dama errante, O.C., II, 229

Commentators have acknowledged this aspect of Baroja's fictions:

Gregorio Marañón, in 1935, observes of Baroja that he deja en sus libros una documentación más exacta y fundamental de la España de nuestro tiempo..que la que se consigna en el Diario de las Cortes, o en los artículos de fondo en los periódicos y en las crónicas altisonantes de la vida política y social. Quoted from Marañón's Contestación al discurso de ingreso de don Pío Baroja en la Academia Española, 12 de mayo de 1935.

Madrid, at the turn of the century, was still a semiprovincial capital. It attracted immigrants from the rural areas of Spain. In 1887, it had a population of 470,283.; in 1895, 547,399; in 1900, 539, 835. The immigrants provided the growth, since in this period the birthrate fell and the mortality rate rose.

Economic activity in the city did not develop in line with population.There was an inadequate urban infrastructure: the water supplies and sewage disposal, the city cleansing services were of a low order. The living conditions of the lower classes in the capital were inferior. Baroja was observant about the living conditions of poor madrileños. Moral Ruiz quotes a striking pasage from Baroja with respect to those living conditions:

Madrid está rodeado de suburbios, en donde viven peor que en el fondo de Africa un mundo de mendigos, de miserables, de gente abandonada.

Quién se ocupa de ellos? Nadie, absolutamente nadie. Yo he paseado de noche por las Injurias y las Cambroneras, he alternado con la golfería de las tabernas de las Peñuelas y los merenderos de Cuatro Caminos y de la carretera de Andalucía. He visto mujeres amontonadas en las cuevas del Gobierno Civil y hombres echados desnudos al calabozo. He visto golfos andrajosos salir gateando de las cuevas del cerrillo de San Blas y les he contemplado cómo devoraban gatos muertos.

...Y no he visto a nadie que se ocupara en serio de tanta tristeza, de tanta lacería

Hojas sueltas, quoted by Carmen del Moral Ruiz, Chapter III, Vivienda popular

Of lower class dwellings in Madrid towards the end of the century shacks (chozas) were the most primitive form, in the outskirts of the city, located for example in the Arroyo de Embajadores,in the altos de Moncloa, in the calle de las Peñuelas; there were cave dwellings in the Montaña de Príncipe Pío (behind the Estación del Norte). As one moved into Madrid, one found the casas de vecindad (this kind of vivienda figures prominently in El árbol de la ciencia). There were about 438 such dwellings, each containing on average 1200 persons; en los distritos del Hospital, Inclusa y Latina había doce casas de vecindad, que en total albergaban una población de 6.235 personas. Baroja describes the population of the casa de vecindad in El árbol de la ciencia:

pasaban por ella una porción de tipos extraños del hampa y la pobretería madrileña: una vieja alcohólica, una que pide limosna, una patrona de huéspedes, un cesante... (Segunda Parte, Cap. VIII)

Moral Ruiz writes of the typical casa de vecindad that its inhabitants pertenecían en su mayoría a una clase que podríamos calificar más de subproletariado que de proletariado propiamente dicho